Sígueme :D

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Texto diez. Tu forma de tocar las nubes.

La vio sentada en mitad del campo de doradas espigas.
Una mancha negra en medio de un mar de oro.

Supo que lloraba, aunque estaba lejos y de espaldas. Por sus hombros hundidos y algo temblorosos supo que lloraba. Y era normal, acababa de perder a alguien a quien quería.
Él sabía muy bien lo que se sentía, le había tocado despedirse también de personas amadas.

La observó durante un largo minuto mientras el Sol, alto y orgulloso entre nubes algodonosas, comenzaba a descender en dirección al lejano horizonte delimitado por las montañas.

Si esperaba mucho más, sería tarde para decirle lo que quería decirle, de modo que se adelantó y caminó hacia ella, haciendo más ruido del necesario para que supiera que estaba ahí.
La vio enjugarse las lágrimas justo antes de sentarse a su lado, entre las altas espigas.

"Sé que ahora mismo estás perdida, que no sabes cómo sentirte. Enfadada, triste, sola... Es normal" le dijo "También sé que nada de lo que pueda decirte ahora mismo va a calmar el dolor que sientes, y que ahora no podrías creerme aunque te prometiera que se te pasará... Pero sí, es así. Algún día el dolor ya no será más que un eco en tu pecho, una lágrima furtiva cuando te asalten los recuerdos o un suspiro más largo de lo normal cuando pienses en ella."

"Parece imposible" susurró, con la voz rota y la mirada fija en las manos sobre su regazo.
"Lo sé..." Él cogió una de esas manos y la acarició con dulzura.

"¿Por qué ha tenido que morir?" Y esa era una pregunta que ni el más sabio de los sabios podría responder jamás, la pregunta que la humanidad se formulaba desde el inicio de los tiempos.

"¿Qué valor tendría la vida si no tuviese un fin?" le respondió con una pregunta que, en algún tiempo, a él le había consolado vagamente.
"No era su fin, no todavía. Era joven, era fuerte... No es justo"

Permaneció en silencio porque no había nada que él pudiese decir. Ella estaba llena de rabia, llena de indignación... Y era normal. Es normal estar furiosa al perder a una madre.
"¿Crees que existe aún, que está en alguna parte?" Le preguntó ella, poco después.

"Lo que yo crea no importa ahora, lo que importa es lo que creas tú" repuso, y estaba tan seguro de eso como de su amor por la triste chica que lloraba sentada a su lado entre las espigas. "¿Dónde te gustaría que estuviera tu madre ahora?"

Por fin ella levantó la mirada y la fijó en lo alto, en un cielo que poco a poco se iba tiñendo de tonos anaranjados, rosados y violáceos.

"En las nubes" contestó, después alzó una mano y la estiró hasta que no pudo más. "Me gustaría poder tocarlas. Pero no es posible, nunca podré alcanzarlas."
"No estés tan segura" replicó él. "Todo es posible si te lo propones"

La tomó firmemente de la mano y la guió hasta el arroyo que discurría en paralelo al camino, bordeando los extensos campos de trigo. Se agacharon sobre la lisa superficie del agua, y ahí estaban las nubes, al alcance de su mano.

"Aquí tienes, tu forma de tocar las nubes" dijo él, y la chica sonrió por fin mientras acariciaba el agua con los ojos cerrados.

"Gracias" murmuró, y sus ojos verdes y brillantes por las lágrimas se posaron en los de él.
"Te quiero" declaró "Siempre te he querido"

"Yo también te quiero"

No hay comentarios:

Publicar un comentario